La lucha contra el narcotráfico en América Latina se ha convertido en una “guerra contra las mujeres más pobres” porque afrontan altas penas por el transporte de drogas. Prueba de ello, es el elevado índice de presas en la región por ese delito, según Catalina Pérez, profesora e investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas —Cide— de México.
“Hay una gran proporción de mujeres en la cárcel por drogas y ello implica un problema primero a la hora de aplicar la ley. Es una guerra contra las mujeres más pobres y vulnerables de nuestra sociedad”, asegura la experta.
Un reciente informe del Colectivo de Estudios Drogas y Derecho, que contó con la participación del Cide y la Cámara de Diputados de México, reveló que las mujeres encarceladas por drogas varían del 24 por ciento del total de presas en Uruguay al 75,5 por ciento en Costa Rica.
En Perú y Brasil, las reclusas por drogas representan el 60,6 por ciento (2014) y el 60,6 por ciento (2013) del total, respectivamente. En Argentina son el 65 por ciento de las mujeres presas y crecieron en números absolutos un 271 por ciento entre 1989 y 2008; mientras que en México son el 44,8 por ciento de las encarceladas en prisiones federales y el 14,2 por ciento de las presas en centros locales.
A juicio de la experta, ello se debe principalmente a una legislación inadecuada: “En la aplicación de las normas en el delito de drogas, las mujeres son mucho más vulnerables a ser aprehendidas y castigadas; y las conductas que normalmente realizan llevan aparejadas sentencias mucho más largas”, subraya.
En el mercado del tráfico de estupefacientes, la mayoría de mujeres trabaja como mula —transportando drogas dentro y fuera de un país—, lo que conlleva “penas altísimas”, de hasta 25 años de cárcel en naciones como México.
“Quienes legislan se imaginan a una persona que está transportando quizás en un camión, grandes cantidades (de drogas), no a una mujer pobre que se metió unas cápsulas de cocaína en el cuerpo”, destaca la investigadora.
Esto revela, además, la utilización de las mujeres por parte del crimen organizado, una red en la que ocupan los eslabones más bajos.
“En el organigrama del narcotráfico, (las mujeres) tienen las de perder por dos razones. Muchas veces tienen que cometer los delitos con peores penas y, a la vez, son fácilmente reemplazables, por lo que su detención no implica algo relevante para la organización”.
Muchas de las mujeres presas tienen un perfil similar: provienen de familias pobres, tienen un nivel educativo bajo y, en muchas ocasiones, son también madres, en su mayoría solteras o con la pareja en prisión.
En Costa Rica el 90 por ciento de las madres presas son solteras, y en México, el 22 por ciento de las reclusas tiene a su pareja en la cárcel, frente al 2 por ciento de los internos varones.
Esta situación genera una situación que impacta a sus hijos.
“Son niños que terminan en la cárcel con su mamá, que es una situación terrible dadas las condiciones de las prisiones en América Latina, o se quedan con familiares o vecinos (…) y muchos de ellos entran en condiciones de calle, vulnerabilidad o abuso”, destaca la experta del Cide.
A menudo ellas, a diferencia de los hombres, son abandonadas por sus familias, pues socialmente se considera “más reprobable que una mujer delinca”.
Fuente: http://www.elcolombiano.com/guerra-contra-las-drogas-castiga-a-las-mujeres-AA3165604