Como principales consecuencias se identificaron la estigmatización y la violencia sistémica que de ella se deriva, siendo recurrentes las denuncias de violencia sexual, experimentada tanto en espacios de consumo de sustancias, comercialización y durante encuentros con autoridades públicas.
Demandas imprescindibles para una articulación nacional
Desde ese diagnóstico común, se desprendieron una serie de demandas con miras a configurar una agenda nacional, entre las que destacan: trabajar por y para otras mujeres; erradicar cualquier forma de discriminación, que se traduzca en servicios de salud con perspectiva de género; creación de espacios de consumo sólo para mujeres, donde se prioricen las políticas de autocuidado, así como una regulación y despenalización de todas las drogas con una perspectiva feminista.
Estrategias para la articulación nacional
Para poder avanzar hacia una articulación que otorgue fuerza a las demandas, se busca mantener alianzas con distintas áreas de la sociedad, como la academia, los frentes antiprihibicionistas que luchan por la despenalización del aborto y colectivos que también han sufrido los impactos de la “guerra contra las drogas”, como comunidades desplazadas o familias de personas desaparecidas. La memoria digital evidencia lo anterior y la importancia de motivar a más mujeres a organizarse por la defensa de la vida y la autonomía de los cuerpas.