Situado entre la violencia de sus cárteles y el cambio de paradigma en los Estados Unidos, México debate el sentido de su vieja relación con la marihuana.
El fuego lo cambió todo. Es fácil imaginar a esos primeros hombres entregados a la experimentación, sometiendo las cosas de este mundo, orgánicas e inorgánicas, al efecto de las llamas, y descubriendo, de cuando en cuando, que tal o cual regalo de los dioses produce una sensación de bienestar, una cercanía con la divinidad, un frenesí momentáneo y adictivo.
Antes de la llegada de Cristóbal Colón era habitual en las culturas del ignoto continente el uso de ciertas plantas, con elementos psicoactivos, con fines religiosos, o, dicho de otro modo, para tender puentes con el mundo de sus dioses. La marihuana no era una de ellas. Esa fue una de las contribuciones hechas por los colonizadores.
En México, la prohibición moderna sobre el uso de suministros naturistas capaces de inhibir el dolor, modificar el estado anímico o alterar las percepciones data de los gobiernos posrevolucionarios. En los años previos y porfiristas, la marihuana y la amapola se hallaban en cualquier botica, esos negocios tenían de todo.
A partir de la década de los veinte del siglo pasado, con los generales sonorenses al mando, México se alineó con las medidas adoptadas por Estados Unidos. En 1925 Plutarco Elías Calles expidió un decreto para regular el comercio de opio, morfina y cocaína que significó en términos prácticos un cierre de las fronteras a la importación de esos productos.
El cultivo de ‘María’ se prohibió y al año siguiente le tocó el turno a la amapola, flor que hallaba fácil acomodo en el mercado al otro lado del río Bravo. La prohibición, por supuesto, no impidió que las semillas florecieran, principalmente en territorios como Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango.
En el sexenio de Lázaro Cárdenas se inició una lucha contra las drogas, un programa para investigar y perseguir a los traficantes de sustancias, en la esquina oficial estaban la Policía Judicial Federal y fuerzas estadounidenses. Miguel Alemán hizo lo propio.
Dato curioso: en la década de los cincuenta y debido a su importancia para el tráfico de mala yerba hacia Estados Unidos, Sinaloa se ganó el apelativo de “Chicago con gángster de huarache”. En los sesenta la demanda de ‘Mary Popins’ del vecino creció y los traficantes mexicanos consolidaron sus estados financieros. El gobierno estadounidense endureció sus políticas antinarcóticos y el auge sin precedentes del negocio se prolongó hasta la siguiente década. Dato curioso: en 1969, el gobierno estadounidense de Richard Nixon tomó la medida de cerrar la frontera con México durante 21 días.
El maridaje entre drogas mexicanas y consumidores estadounidenses, pues, tiene su historia. En el plano específicamente nacional, la relación del gobierno con las sustancias prohibidas parece cambiar de rumbo, porque, entre otras cosas, el fuego, en este caso el de las armas, lo cambia todo.
FRACASO
La Dirección de Servicios de Investigación y Análisis de la Cámara de Diputados presentó a los legisladores, en junio de 2013, un documento titulado Legalización del consumo, producción y comercialización de las drogas. Elementos para el debate en México.
El estudio reproduce una frase lapidaria de Eduardo López Betancourt, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México: “es innegable el fracaso de la guerra contra las drogas. La opción, (…) consistente en la ‘militarización de la lucha contra el tráfico’, ha traído consigo un incremento en la violencia y la desarticulación social y política de comunidades y poblaciones”.
Doctorado en historia y derecho, López Betancourt sostiene que no hay forma de justificar el fracaso de la cruzada prohibicionista en México por razones como el aumento paulatino en el número de consumidores de sustancias ilegales, el daño causado al tejido social y la posición privilegiada que mantiene el país como productor y país de tránsito para los productos que alteran la conciencia normal del individuo.
La portación y el consumo de algunas drogas, señala el catedrático, es muy poco permisiva, pero no del todo prohibitiva, ya que establece casos y circunstancias en que una persona puede hacer uso de determinados productos alteradores.
Uno de esos casos es el de Grace Elizalde, una niña de ocho años que padece el síndrome de Lennox-Gastaut (variante de epilepsia infantil de difícil manejo). Ella obtuvo, en septiembre pasado, un amparo judicial para importar Cannabidiol, un medicamento derivado de la marihuana. El objetivo es disminuir las cientas de convulsiones que sufre cada día. Se estima que en México hay más de cinco mil personas con ataques epilépticos difíciles de controlar.
ZALDÍVAR
En noviembre, la Suprema Corte de la Justicia de la Nación aprobó el cultivo y consumo de ‘doña Diabla’ con fines recreativos a cuatro personas, integrantes de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante, cabe señalar que ninguno de los amparados es consumidor de cannabis.
El ministro Arturo Zaldívar, autor del proyecto para amparar a los solicitantes, comentó a medios nacionales e internacionales que la decisión del tribunal es simplemente el reconocimiento de que una prohibición absoluta al consumo es inconstitucional.
¿Por qué no se habían emitido fallos similares en el pasado? Según el magistrado el eje rector en el tema de las drogas ha variado, antes iban primero la salud y la seguridad, hoy van a la cabeza los derechos y la libertad.
Para el ministro Zaldívar, el Estado no tiene la posibilidad de decirle al pueblo lo que puede consumir y lo que no.
Sobre las repercusiones que tendrá la decisión de la Suprema Corte la más celebrada por Zaldívar es que si llegan otros cuatro asuntos más y el fallo es similar, habrá jurisprudencia y todos los jueces del país tendrán que adecuarse a ese criterio de privilegiar los derechos individuales y el libre albedrío. En la práctica obligaría a todos los jueces a conceder el autoconsumo.
Creo que las personas tienen el derecho a fumarla si así les apetece, dijo el magistrado en una entrevista con el diario español El País.
El 10 de noviembre, la senadora Cristina Díaz, del Partido Revolucionario Institucional, presentó una iniciativa en la cámara alta para regular el uso médico de la yerba para pacientes de epilepsia.
Pretende reformar dos artículos de la Ley General de Salud y de la Ley de Impuestos Generales de Importación y Exportación. Si obtiene el respaldo suficiente para que la iniciativa prospere, la hoja con lumbre abandonaría el listado de drogas prohibidas y se ubicaría, junto a sustancias como la morfina, entre aquellos productos que pueden recetarse.
Se estima que en México de diciembre de 2006 a diciembre de 2014, el aumento de personas que ingresaron a centro penitenciarios por delitos relacionados con posesión de drogas fue de mil 200 por ciento, datos que indican que un 60 por ciento de los ciudadanos que se encuentran detenidos en cárceles del país, fueron consignados por posesión y consumo de cannabis, un dato revelador cuando se piensa en la despenalización.
Luego del fallo de la Suprema Corte, el presidente Enrique Peña Nieto convocó a un debate nacional para analizar la legalización de la droga.
El titular del Ejecutivo federal se declaró contrario a la idea, pero reconoció que la discusión sobre levantar la prohibición no es exclusiva del país. En ese sentido, diversos analistas consideran que las autoridades mexicanas han sentido la presión política que viene del otro lado del río Bravo, donde la legalización avanza incluso en Texas.
URUGUAY
El mandato de José Mujica (2010-2015) fue ejemplar en muchos sentidos y experimental en el que aquí abordamos. En 2013 consiguió que su nación se convirtiera en el primer Estado en regular la producción, cultivo y venta de esa que tiene olor a petate quemado.
A la fecha, el gobierno uruguayo ha otorgado un par de licencias para cosechar “La buena”. En octubre pasado, Milton Romani, titular de la Junta Nacional de Drogas, anunció la producción de ocho toneladas de “cannabis charrúa” al mes, con semilla 100 por ciento nacional.
La distribución se hará mediante farmacias, la comercialización empezará en el primer semestre de 2016, se venderán hasta 10 gramos semanales a cada consumidor registrado, el costo por gramo es de 1.40 dólares (cerca de 22 pesos al tipo de cambio actual). La ley uruguaya establece un límite de 40 gramos mensuales.
Uruguay tiene 3.4 millones de habitantes y se estima que hay un mercado de 160 mil consumidores de la yerba bruja. Estos definirán si el volumen de producción se amplía o si más compañías entran a competir.
Según Milton Romani el gobierno se quedará con entre un diez y un trece por ciento de las ventas.
El cultivo para consumo propio también fue permitido, está en marcha desde mediados del año pasado y tiene dos vías: una es el formato individual, a razón de seis plantas por persona; la segunda son los clubes de consumidores, el máximo es de 99 plantas por grupo.
Organizaciones no gubernamentales estiman que en el país sudamericano cerca de 55 mil personas utilizan su ‘soñadora’ varias veces por semana y 18 mil lo hacen a diario.
Los argumentos de Mujica para legalizarla incluyen el aumento en el número de consumidores -en 25 años pasaron de mil 500 a 150 mil personas-, los evidentes malos resultados en el combate al narcotráfico -el animal creció- y la opción de hacer algo distinto para obtener un resultado diferente.
ESTADOS UNIDOS
Desde enero de 2014, cuatro estados de la Unión Americana han legalizado el cultivo, venta y uso del oro verde: Colorado, Washington, Alaska y Oregón.
El presidente Barack Obama se ha declarado partidario de la despenalización, 24 estados y el Distrito de Columbia tienen programas de marihuana medicinal con variaciones significativas en las condiciones, uso, permisos y derecho a cultivar.
Llama la atención, dentro de los casos de uso médico, el caso de Texas. En junio de 2014, su gobernador, Greg Abbott, promulgó una ley que autoriza el uso de aceite de cannabis con fines médicos. La iniciativa fue impulsada por dos legisladores republicanos, Kevin Eltife y Stephanie Klick.
El Estado conservador se rindió ante los argumentos de familiares de pacientes con epilepsia, demostraron que los principales beneficiados serían niños sin tratamientos legales que les ayuden a parar las convulsiones.
El gobierno texano estima que en su territorio hay cerca de 149 mil personas que padecen convulsiones intratables.
En diversas publicaciones se comenta que hasta siete demarcaciones van por el camino de permitir el uso con fines recreativos.
Los norteamericanos han dado pasos hacia la libertad de fumarla pensando también en aspectos de seguridad como disminuir el número de arrestos relacionados con los delitos de posesión o cultivo. El argumento es el siguiente: eliminando faltas menores pueden destinarse más recursos a luchar contra otros crímenes.
Se estima que un nueve por ciento de la población total de Estados Unidos (más de 28 millones de norteamericanos) ha estado involucrado en crímenes relacionados con el consumo o posesión de sustancias prohibidas. Además, se prevé que una reducción en las sentencias de prisión relacionadas con las drogas no conllevará un aumento significativo en el uso.
COLORADO
Entre los estados que ya la aprobaron, el caso destacado es Colorado, poco poblado y con una etiqueta que se inclina más hacia el lado republicano, por conservador, fue el primero en levantar la prohibición. Entre 2006 y 2008 tuvo una primera etapa de uso medicinal. En 2012 se legalizó la quema recreativa.
Los mayores de edad pueden cultivar hasta seis plantas y tener hasta una onza (28 gramos) de la yerba. También se autorizó la instalación, con licencia, de tiendas para ventas minoristas y producción de comestibles con cannabis.
Los primeros pasos no han sido fáciles. Algunas autoridades ya declaran que fue un error a partir de datos como el aumento en el número de conductores involucrados en accidentes fatales que dieron positivo al test de zacatito en su sistema.
También se critica que Colorado supere con amplitud los promedios nacionales en los indicadores de jóvenes entre los 12 y 17 años de edad y personas en el rango de los 18 a los 25 años que son fumadores frecuentes.
Otro aspecto negativo es el aumento en los casos de yerba incautada en paquetes de correo enviados desde Colorado hacia otros estados. En 2011 fueron 36, en 2012 sumaron 158 y para el primer semestre de 2013 ya eran 209 casos.
El dinero recaudado por la cannabis legal tampoco ha cumplido la expectativa. En 2014 la venta de la droga para entretener la neurona produjo 44 millones de dólares (alrededor de 704 millones de pesos), se esperaba que fueran 70 millones (cerca de mil 120 millones de pesos). Con los impuestos asociados al consumo medicinal, la cifra subió a 76 millones de dólares (mil 216 millones de pesos).
En 2014 el gobernador John Hickenlooper preveía más de 600 millones de dólares en volumen de negocio sólo en las tiendas -que no se abrieron en muchas ciudades por falta de permisos de las autoridades locales- orientadas a la quema recreativa. Todavía es más barato conseguirla en el mercado ilegal.
Detractores y defensores de la legalización coinciden en que el modelo adoptado tiene fallos. Los primeros esperan que los errores cometidos sirvan para dar marcha atrás. Los segundos consideran que alcanzar los resultados anhelados es cuestión de tiempo y ajustes legales y de mercado.
HOLANDA
En 1976 los holandeses modificaron su legislación sobre las drogas, lo que permitió el consumo de trueno verde.
La apertura, que adquirió la forma de tiendas de café autorizadas para ofertar hasta cinco gramos de la hierba por cliente, tuvo un error, los dueños de estos negocios sólo pueden almacenar hasta 500 gramos. Como el cultivo está prohibido, para mantener las existencias no queda sino recurrir al mercado negro.
Se estima que en la nación holandesa, célebre a nivel mundial por el llamado “turismo de las drogas”, existen alrededor de 40 mil plantaciones clandestinas que generan beneficios por cerca de dos mil millones de euros.
Además, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos tiene marcada a Holanda como el mayor productor de drogas sintéticas y el mayor cultivador de yesca en territorio europeo.
En el país de los tulipanes se penaliza el tráfico, la posesión y la venta de más de 30 gramos de cannabis.
En enero de 2013 entraron en vigor a su ley sobre las drogas con el fin de limitar el acceso de turistas a las tiendas de café y de cerrar los locales ubicados a menos de 250 metros de planteles escolares.
Las razones numéricas de las reformas incluyen que 23 de cada 100 turistas visita dichos negocios mientras que más de siete de cada centena reconoce que las drogas blandas son su principal motivación para visitar Ámsterdam -la venta a extranjeros es exclusiva de esta ciudad.
Otros argumentos fueron que el tráfico ha crecido y se ha visto reforzado con una actuación más profesional de los criminales además de que la calidad de la droga producida, con un alto grado de elemento psicoactivo, constituye un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades psicóticas, dependencia y otros problemas.
Las contramedidas, sin embargo, no fueron recibidas con agrado por las autoridades de la capital del país. Se estima que en Ámsterdam se recaudan hasta 400 millones de euros al año en impuestos aplicados a las tiendas de café.
Con las reformas, los expendios de ‘mois’ sólo pueden ofertar sus servicios a clientes registrados, deben ser pues, como clubes y el número de miembros no puede sobrepasar los dos mil individuos, pero sólo holandeses o residentes legales. Además, las tiendas ubicadas cerca de escuelas deberán convertirse en bares tradicionales antes del próximo año.
OTRAS EXPERIENCIAS
En España existen clubes sociales, asociaciones de consumidores, que se organizan para autoabastecerse y no llevar su dinero al mercado negro. Las leyes españolas no contemplan que el simple consumo de drogas ilícitas sea un delito. Se estima que en el país ibérico existen alrededor de 300 clubes, buena parte se concentra en las regiones de Cataluña y el País Vasco.
A Canadá se le atribuyen dos caras a la hora de abordar la cuestión: 57 de cada 100 canadienses apoyan la regulación de la marihuana y un 65 por ciento su despenalización, incluso se contempla la opción de eliminar la persecusión policial contra el uso personal de la hierba; por el otro lado, el sistema político ha adoptado medidas para endurecer las penas por cultivo y posesión.
En Perú, el consumo de la hoja de coca nunca ha sido penalizado. La posesión de droga para consumo propio no es objeto de castigo siempre que se respeten las cantidades establecidas: hasta cinco gramos de pasta básica de cocaína, hasta dos gramos de clorhidrato de cocaína, hasta ocho gramos de marihuana o dos gramos de sus derivados, hasta un gramo de látex de opio o 200 miligramos de sus derivados o 250 miligramos de éxtasis. Cuando una persona lleva consigo dos o más tipos de drogas ya hay problemas con la ley.
Portugal legalizó la posesión de droga, marihuana, cocaína, heroína o metanfetamina, la dosis máxima de hachís permitida es de cinco gramos, la de campechana verde es de 25 gramos.
En Venezuela ser atrapado con hasta dos gramos de cocaína y 20 gramos de cannabis no lleva a la cárcel sino a tratamiento.
Corea del Norte es el único país que ha ido más allá de la legalización, allá la marihuana y el opio no son drogas.
ONU
El Informe Mundial sobre las Drogas 2015, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), pone a la Tierra como el hogar de 246 millones de consumidores de drogas dañosas.
De ese gran total 27.4 millones fueron calificados como problemáticos por padecer trastornos relacionados con sus hábitos de quema, ingesta, inyección y demás. Según la ONUDD, una de cada 20 personas entre los 15 y los 64 años de edad ha consumido sustancias ilícitas, mientras que tan sólo en 2013 hubo 187 mil 100 defunciones por causas relacionadas con las drogas. Se trata de “un número inaceptable” de pérdidas humanas.
A propósito de la marihuana, el organismo internacional, ha identificado una tendencia a la alza en el consumo en América -en particular en Estados Unidos- y Europa. El viejo continente se mantiene como uno de los mayores mercados del mundo para la resina de cannabis (hachís), pero su consumo se concentra en unos pocos países.
En una cuestión técnica con implicaciones para la salud, destaca que el cultivo mejorado de la planta, mediante acciones como el uso de cepas seleccionadas genéticamente, ha producido un aumento en el número de cosechas y un mayor rendimiento y potencia de la ‘yerbabuena’.
La potencia suele medirse por el grado de concentración de tetrahidrocannabinol (THC), su principal ingrediente psicoactivo. Por ejemplo, en Holanda, se considera que una concentración mayor al 11 por ciento de THC convierte a la ‘doña Diabla’ en una droga dura.
El aumento del THC ha sido una constante en el mercado furtivo durante el último decenio, y en la ONU señalan que existe una preocupación cada vez mayor respecto de los problemas de salud que pueden acompañar a ese constante salto de calidad.
MILES DE MILLONES
Hace una década el valor total de ventas al por menor de drogas ilícitas a nivel mundial fue estimado en 320 mil millones de dólares. Tan sólo los mercados de venta minorista en el continente americano representan 151 mil millones de dólares.
Para Naciones Unidas las ventas pequeñas de cannabis mueven 141 mil millones de dólares anuales. Estados Unidos acapara poco menos de la mitad de ese monto, 64 mil millones y se observa una tendencia a la alza en las transacciones de marihuana en su territorio.
La moreliana destinada al comercio en México tiene un precio aproximado de 80 dólares el kilo. El precio de la que es enviada a Estados Unidos se estima en 400 dólares la libra (una libra son 454 gramos) y los precios al por mayor aumentan a razón de 400 dólares por libra cada que se acumulan mil millas recorridas dentro del territorio norteamericano.
Los productores de la marihuana “sinsemilla” (de alta potencia) en EEUU reciben dos mil dólares por cada libra entregada en el lugar de la cosecha. Los precios al por mayor oscilan entre dos mil 500 y cuatro mil dólares la libra.
Las ganancias de los narcotraficantes mexicanos en el mercado mayorista estadounidense alcanzan, según la ONUDD, algún punto en la amplia franja que va desde los mil millones y los dos mil millones de dólares al año.
Si bien el mercado minorista de ventas de drogas en México es pequeño, comparado con el de su vecino, eso no impide que las organizaciones criminales disputen, con extrema violencia, esa fuente de ingresos.
Las encuestas sobre uso de drogas a nivel nacional muestra que los consumidores conocen en promedio entre seis y nueve fuentes distintas de abastecimiento. En el INEGI califican como “relativamente fácil” el acceso a sustancias ilegales, con todo y la guerra contra el narco.
IDEAS AL RESPECTO
A favor de la legalización se esgrimen argumentos como el derecho a decidir y el respeto a los actos privados de los seres humanos.
Sus partidarios señalan que al levantar la prohibición se daría un paso importante para recuperar a aquellos que han sido secuestrados por la maquinaria del tráfico, impedir las muertes por el consumo de drogas adulteradas y acabar con la búsqueda frenética de la dosis -que a veces deriva en encuentros con la autoridad zanjados con donativos extraoficiales.
Legalizar, defienden, traería consigo una reducción de los delitos, prevendría el surgimiento de nuevos delincuentes, bajaría el precio de las drogas. En un escenario sin penas para el uso recreativo, pregonan, las fuerzas de seguridad verían reducidas las opciones y los beneficios de corromperse; podrían dirigirse más recursos a perseguir los crímenes comunes, robos, violaciones, lesiones.
Significaría, sostienen, el fin de la guerra contra el narco y su costo social y económico.
En el extremo opuesto, la apertura representa darle una recepción por todo lo alto a la drogadicción, avalar la muerte, otorgarle carta de nacionalidad al desenfreno.
Legalizar, pregonan, es autorizar el daño autoinfligido con el incremento en los gastos y recursos para atender a los adictos que eso conlleva.
Además, aducen, el mercado ilícito no desaparecerá.
EL FUEGO
Las posturas pues, tienen un punto de partida similar: la defensa de la vida. La guerra contra las drogas, como México ha venido comprobando desde el sexenio de Felipe Calderón, deriva en muerte. Los productos con carga psicoactiva, legalizados o no, también derivan en muerte.
En territorio mexicano, entre diciembre de 2006 y junio de 2015, fallecieron más de 117 mil personas en hechos relacionados con el crimen organizado y el narcotráfico, en un indicador relacionado hay al menos 26 mil desaparecidos, esto según cifras oficiales, conteos de medios de comunicación e informes de organizaciones no gubernamentales.
Tan sólo los homicidios representan el 62.5 por ciento del total de defunciones estimado a nivel mundial por causas relacionadas con las drogas en 2013, si se considera la cifra de desapariciones se alcanza el 76 por ciento.
La legalización avanza y lo hace por la vía de un cultivo ancestral. En esa apertura no puede menospreciarse la influencia de la guerra contra el narco y el conflicto entre cárteles por nichos de mercado, sus resultados en términos de sangre e incógnitas sobre el destino de miles de individuos. El animal crece, dicen las cifras, y difícilmente se irá, según los pronósticos.
El uso medicinal, el permiso para el consumo recreativo, son los primeros pasos en una dirección que se presume benéfica y se tacha de irresponsable. En México, según la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, hay 5.7 millones de usuarios de cannabis y en los últimos años, dato del Centro de Integración Juvenil, se ha convertido en la droga más consumida en 18 estados del país.
El fuego lo cambia todo, el de la hoja que se enciende, el del arma que se dispara. El debate está servido y el resultado será un viento que o bien seguirá avivando brasas ya conocidas o bien trasladará las llamas hacia un destino que se anticipa manso aunque igualmente nocivo.
Correo-e: bernantez@hotmail.com
Fuente original del artículo: El Siglo de Torreón- https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1178994.legalizar-el-verde-pan-de-cada-dia.html
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