El cáncer es una de las enfermedades que más muertes causa a nivel global y cuya cura no ha sido encontrada y aunque existen formas de tratamiento, ninguna de ellas garantiza la cura permanente. Una de las recomendaciones que se dan de voz en voz y de manera semi-clandestina por doctores, familiares y conocidos en los tratamientos para cáncer, es usar mariguana. Pero,¿cómo se utiliza y por qué sirve?

Hasta donde he investigado, hay tres principales razones para recomendar el uso de cannabis frente al cáncer y/o los tratamientos para el cáncer, y tienen diferentes fundamentos: algunos se basan en usos y costumbres, es decir formas prácticas de experimentación que han mostrado utilidad en casos concretos, y otras tienen fundamento científico y se han construido a partir de árduas y rigurosas investigaciones en centros médicos y universidades de diversos países.

Las tres grandes líneas del uso medicinal de la mariguana en relación al cáncer son: para disminuir los dolores provocados por los tumores, para disminuir las náuseas y el vómito y la más importante (y menos reconocida a los ojos de la opinión pública) es que en los estudios realizados hasta ahora ha mostrado capacidades anti-tumorales, es decir, ayuda a frenar el crecimiento y disminuir el tamaño y número de los tumores en el organismo. Lo que hoy me ocupa es la importancia de la cannabis como apoyo para los tratamientos tradicionales para hacer frente al cáncer, a partir de su efecto antiemético, que quiere decir que inhibe el vómio o la náusea.

Uno de los efectos más conocidos de los tratamientos para cáncer, son las náuseas y vómitos que provocan la radioterapia y la quimioterapia. Estos son tratamientos que, mediante radiación o con químicos inyectados en el organismo, atacan a las células del cuerpo buscando atacar principalmente a las células que han “olvidado” la función de “muerte natural” y se siguen reproduciendo sin mucho sentido y sin cumplir alguna función benéfica para el organismo. Desafortunadamente, la quimio y radioterapia no alcanzan a focalizar su actuación sólo en estas células provocando daños también en otros organismos dentro del cuerpo, y exigiendo un gran uso de energía y del sistema inmune que agotan al cuerpo provocando vómitos y náuseas. Al mismo tiempo estas náuseas y vómito provocan que las personas en tratamiento no puedan comer, y por lo tanto, es difícil cumplir con el gasto de energía que exige este tratamiento.

En este sentido hay dos grandes bondades del uso de cannabis como apoyo en el tratamiento anticancerígeno y que se conjugan en fomentar la habilidad y el antojo de comer en las personas que se encuentran en tratamiento. Por un lado está el efecto antiemético de la cannabis, es decir, que reduce las náuseas y en consecuencia el vómito producido por los tratamientos. Esto permite que el cuerpo asimile de mejor manera los tratamientos y la ausencia de las arcadas y el proceso vomitivo ayuda a ahorrar energía y disminuir el cansancio en pacientes, lo que ayuda a que el cuerpo se mantenga con la fuerza necesaria para aguantar el tratamiento y combatir la enfermedad.

Por otro lado, un efecto ampliamente conocido y difundido de la cannabis y que tiene un gran impacto en los pacientes, es el famosísimo “monchis” que se traduce en un apetito casi insaciable cuando la persona está bajo los efectos de la planta. El “monchis” ha sido adoptado por la “cultura pacheca” y casi siempre es mostrado por las películas y series en las que alguien fuma mota, y es uno de los efectos más parodiados y famosos de la mariguana. A pesar de ser objeto de comedias y sátiras, este efecto en el cuerpo ha sido explicado por diversas investigaciones científicas y juega un papel fundamenta junto con el efecto antiemético para los y las pacientes. Como ya lo mencioné una de las cosas más duras del tratamiento son las náuseas y el vómito, que además de gastar energía y debilitar al organismo, generan también una falta de apetito que no permite a la persona contar con la energía y los elementos nutritivos necesarios para enfrentar el proceso de tratamiento. Así, el “monchis” junto con el efecto antiemético ayuda a que la persona que está bajo tratamiento:
1. Deje de vomitar y padecer las náuseas.
2. Se pueda alimentar adecuadamente.

Esto es un conjunto de efectos que permiten a las y los pacientes de cáncer enfrentar la enfermedad y los tratamientos con un cuerpo menos desgastado y mucho mejor nutrido, lo que fortalece al cuerpo en general y al sistema inmune. Vale la pena aclarar que no esperamos que el uso de la planta sea completamente inocuo al organismo, por lo que recomendamos algunas estrategias de reducción de riesgos para el uso médico de la planta, ya que el cuerpo puede estar especialmente sensible. En todos los casos se recomienda usar dósis pequeñas en primera instancia e ir evaluando si se necesita aumentar dósis:

  1. Usar en vaporizador: Los vaporizadores son aparatos electrónicos que mediante resistencias llevan a la planta a una temperatura ligeramente por debajo de la temperatura de combustión por lo que los aceites esenciales en los que se encuentran los diferentes cannabinoides se evaporan, sin generar dióxido de carbono y demás moléculas contenidas en el humo que pueden ser dañinas para el organismo. Además el vapor es mucho menos dañino para la boca, garganta y pulmones que el humo caliente.
  2. Usar en bong o pipa de agua (preferentemente con hielo): Por un lado, el agua ayuda a enfriar el humo y por el otro funciona como filtro en el cual se absorben varios elementos presentes en el humo. Igual que con el vaporizador, el enfriamiento es conveniente para vías respiratorias y el filtro de agua para el humo ayuda a “limpiar” lo que entra al organismo.

  1. Usar en pipas de vidrio o piedra: Las pipas de madera y metal, igual que los “porros” enrrollados en papel, liberan una gran cantidad de partículas contaminantes propias del material que pueden ser dañinas para el organismo, mucho más que la mariguana misma. (Además hay pipas de vidrio bien bonitas)

  1. Usar en alimentos preparados: la cannabis libera sus componentes esenciales a temperaturas elevadas y en medios grasos, por lo que para prepararla es necesario utilizar aceite o mantequilla. Existen muchas recetas y la mayoría están disponibles en internet, sin embargo, debido al proceso digestivo es más difícil manejar las dósis y los efectos son más tardados por lo que la mayoría de los pacientes prefiere vaporizar o usar el bong, debido a la inmediatez de los efectos.

Además de esto valdría la pena promover e investigar más sobre las propiedas antitumorales, que las mayores investigaciones no han podido concluir nada a fondo, pues son restringidas en los números de muestra que pueden usar y en las capacidades de investigación por la prohibición no sólo del uso de la planta, sino también de su investigación con fines científicos. Para ReverdeSer, los pacientes a quienes se les impide el acceso a plantas con propiedades medicinales, como la mariguana, tambien son víctimas de la prohibición y la guerra contra las drogas.