Por Catalina Pérez Correa
Desde México pareciera que el debate internacional en materia de control de drogas se está moviendo hacia la despenalización y/o la tolerancia. Hoy, por lo menos 23 estados de la Unión Americana han despenalizado la mariguana de una forma u otra. Países Latinoamericanos como Jamaica y Chile también han despenalizado esta sustancia para usos médicos. Uruguay se convirtió en el primer país en despenalizar la producción y venta de mariguana. Además, casi todos los países latinoamericanos han despenalizado el consumo de sustancias ilícitas en un intento por hacer de las drogas un tema de salud en lugar de uno penal. Los ejemplos pueden hacernos pensar que el viento sopla fuerte hacia un cierre de la guerra contra las drogas. Pero el debate a nivel internacional muestra un panorama mucho menos alentador y los extremos del debate son mucho más alejados de lo que parecen.
El pasado 28 de abril, Indonesia fusiló –tal cual– a 8 personas, 7 extranjeros, por distintos delitos de drogas. El mundo occidental se mostró escandalizado: la Unión Europea, Brasil, Nigeria y Australia públicamente expresaron un rechazo a la medida y Australia incluso removió a su embajador en protesta de lo que consideró “cruel e innecesario”. Incluso, investigaciones posteriores mostraron que las ejecuciones no sólo habían sido desproporcionadas sino que varias pudieron estar acompañadas de graves irregularidades en los procedimientos. Uno de los ejecutados, el de Indonesia, había sido sentenciado por posesión de mariguana y una solicitud pidiendo clemencia fue extraviada durante algún procedimiento. Otro presentaba indicios de padecimientos mentales y otro más había alegado corrupción por parte de uno de los jueces. No obstante, el gobierno de Indonesia defendió su actuación como necesaria para ganar –sí– la guerra contra las drogas.
En este contexto -e incluso con una, pequeña, protesta por las ejecuciones de Indonesia- el 7 de Mayo se llevó a cabo el Diálogo de Alto Nivel sobre Drogas en las oficinas de la ONU de Nueva York en Estados Unidos en preparación para la Sesión Especial de Naciones Unidas (UNGASS 2016), en la cual se hará una evaluación sobre la política mundial de control de drogas. La ultima vez que se hizo una reunión de este tipo fue en 1998 y su objetivo fue la eliminación de drogas del mundo. Ahora, tras 50 años de política prohibicionista, se presentará una oportunidad para evaluar los éxitos y fracasos –diría yo que más de los segundos– de la política de drogas a nivel mundial.
El diálogo, sin embargo, no fue del todo alentador. Aunque varios países y organizaciones se pronunciaron a favor de un debate abierto, basado en evidencia, para repensar la política actual, otros, como Egipto y Singapur, hablaron sobre el respeto a la soberanía para que cada país use su derecho penal como mejor considere (ie. pena de muerte).
Actualmente 32 países, incluido Estados Unidos, contemplan la pena de muerte para delitos de drogas y, según Harm Reduction International, 6 la usan de forma frecuente. Y, el debate a nivel internacional parece más volcado a lograr un consenso en contra del uso de la pena de muerte por delitos de drogas y en contra de la criminalización del consumo, que a lograr un verdadero cambio del régimen mundial de control de drogas. De ser este el tema central del UNGASS 2016, seguiremos en el camino de siempre: el de la guerra contra las drogas. En ese camino cada país decide una interpretación (estrecha o laxa) de las convenciones de drogas, se menoscaban los procesos democráticos locales y el narcotráfico continua desplazándose hacia los países más vulnerables, aquellos con instituciones más débiles, como el nuestro.
Fuente: http://www.animalpolitico.com/blogueros-no-hay-derecho/2015/05/14/a-donde-va-el-debate-internacional-de-drogas/